Hombres vs. Mujeres II

Distinta Necesidad de Expresión

El hombre tiene menos necesidad, la mujer más. El deberá esforzarse, ella controlarse. La mujer tiene necesidad de hablar, de comunicarse, etc.

El hombre debe esforzarse por satisfacer esa necesidad de la mujer. Hay hombres que llegar a ser verdaderas momias, encerrados en su mutismo, derrotados, diciendo que si; la mujer debe moderarse, no sea que su hombre haga suyo el dicho de la Biblia: Que se te pegue la lengua del paladar!

La mujer percibe la realidad en la medida en que esta se expresa. El hombre no tiene esa necesidad de que se le expresen las cosas, o la tiene mucho más reducida. Por ejemplo, el hombre no necesita que se le diga que se le quiere a cada paso. Pero ella necesita que si lo digas y repitas, que se lo expreses en tus plabras, en tus gestos, en tus actitudes, en tus valoraciones... necesita que se lo evidencies.

Aprender a decir el amor, a expresarlo, es un trabajo bello, a veces difícil, pero imprescindible. Supone generosidad y capacidad de mirar de un amor al otro.

Para el hombre el día del aniversario es un miércoles cualquiera como los otros, para ella no, y por eso espera algo. Los detalles seran en cualquier caso fundamentales; son una expresión del amor, que todos necesitamos.

El hombre suele ser directo, en el lenguaje. La mujer va circunvalando hasta llegar el punto del problema. Hay que darle tiempo porque en cualquier caso necesita "crear un clima", porque el clima añade calidad a la relación personal.

Otro momento de necesidad de expresión está, por ejemplo, en el encuentro sexual, muchos hombres se vuelven mudos. No aciertan, porque no lo necesitan; a acompañar con palabras el lenguaje del cuerpo. Llegan y ZAS!, de una vez, ya está! La capacidad de crear un clima, de decidirse antes de darse, de crear un lenguaje para la ternura, la aceptación del otro, por la ofrenda y la acogida, es darle calidad al encuentro sexual, que se convierte en encuentro personal, en expresión perfecta del amor.

La comunicación, en especial de la propia fragilidad, en muchas parejas es un campo intocable, una barrera infranqueable. Es preciso acercarse, haciendo lo posible.